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Una feria ambulante construida especialmente para la filmación es el set de la nueva película de Guillermo del Toro.

La nueva película del realizador mexicano Guillermo del Toro «El callejón de las almas perdidas« se estrena en las salas de cine este jueves 27 de enero. La historia gira en torno a un hombre carismático pero desafortunado llamado Stanton Carlisle (Bradley Cooper), quien se adentra en el mundo de las ferias ambulantes de los años cuarenta, donde se gana el cariño de una pareja integrada por una vidente llamada Zeena (Toni Collette) y un ex mentalista llamado Pete (David Strathairn). Junto a ellos, y el apoyo de la incondicional Molly (Rooney Mara), adquiere una serie de habilidades con las que rápidamente alcanza gran éxito engañando a la élite adinerada de la sociedad neoyorquina del momento, para luego intentar estafar a un peligroso magnate (Richard Jenkins) con la ayuda de una misteriosa psiquiatra (Cate Blanchett).

Gran parte de la nueva película de del Toro transcurre en el mundo de las ferias ambulantes de mediados del siglo XX, un escenario fascinante e intrigante que despertó gran interés en el director y fue llevado a la pantalla por un talentoso equipo. Así se construyó este universo para «El callejón de las almas perdidas«.

UN MUNDO DE CONSTRASTES HUMANOS

En los años cuarenta, previo al advenimiento de la televisión como principal medio de entretenimiento visual, las ferias ambulantes eran el máximo exponente del entretenimiento local en vivo para las masas. En cada pequeño pueblo en el que se instalaban, desconcertaban, provocaban y hacían un poquito más mágicas las duras vidas de los lugareños.

Si bien detrás de esos cuentos de hadas cautivantes se escondía una realidad deshumanizadora y explotadora de los peculiares artistas que integraban las compañías, las ferias ambulantes funcionaban además como comunidades que acogían a personas que de otra manera hubieran quedado marginadas de la sociedad. Del Toro quedó cautivado por este mundo de contrastes humanos y quiso ahondar más.

«Una feria ambulante está conformada por una comunidad muy hermética y estrechamente unida. Es un lugar en donde nadie revela sus secretos, y en el que muchos están escapando de una vida delictiva o un pasado que deben dejar atrás. Y, sin embargo, forjaron una sociedad fuerte. Es casi como un microcosmos del mundo. Todos están allí para timar a todos. Pero al mismo tiempo, saben que se necesitan unos a otros, y se protegen entre sí», relata el director.

TOD BROWNING COMO INSPIRACIÓN

Al comenzar a imaginar el mundo carnavalesco donde transcurriría gran parte de la película, del Toro y su equipo se nutrieron de las impactantes descripciones de la novela homónima del escritor William Lindsay Gresham en la que está basado el film. Pero recurrieron, además, a otra fuente de inspiración clave: la película de 1932 de Tod Browning FENÓMENOS. Considerada una de las películas más controvertidas de principios del siglo XX, el drama de Browning estaba protagonizado por un elenco diverso de artistas circenses de la vida real, incursionando así en territorio prohibido.

«El callejón de las almas perdidas» rinde homenaje a la impronta de FENÓMENOS«, señala el productor J. Miles Dale, frecuente colaborador de del Toro.

«Browning mostró que cuando echas un vistazo detrás del telón de la feria y las atracciones, sencillamente encuentras personas normales que se apoyan las unas en las otras, que se quieren entre sí y son parte de una familia. Lo cual se ajusta muy bien a la narrativa de Guillermo».

DANDO VIDA A LA FERIA

Si bien «El callejón de las almas perdidas« luce diferente a las películas anteriores de del Toro, el cineasta convocó una vez más a sus colaboradores visuales de larga data para dar vida a su visión. Así, unió fuerzas con el director de fotografía Dan Laustsen, la diseñadora de producción Tamara Deverell y el diseñador de vestuario Luis Sequeira, entre otros, para llevar la magia de las ferias ambulantes a la pantalla.

Desde un primer momento, la estrategia de diseño fue construir una feria desde cero en una locación con mucho espacio para que los actores pudieran desplazarse y explorar. Del Toro comprendió que un estudio jamás podría evocar la atmósfera que él quería, esa belleza inquietante que contrarresta la oscuridad moral de Stanton.

La locación elegida fue un predio vacío en las afueras de Toronto, Canadá, donde el equipo montó una feria construida al detalle como las que existían en los años treinta y cuarenta. El set incluyó una auténtica rueda de la fortuna, un carrusel, una casa de la risa con la temática del cielo y el infierno, así como un animado despliegue de escenarios para los distintos números y carpas con anuncios de las principales atracciones de la feria.

Para dar forma a los espacios, el equipo dedicó numerosas jornadas a la investigación y el diseño de los distintos aspectos de la feria. Deverell rastreó colecciones de recuerdos de ferias y unió fuerzas con Armbruster Manufacturing, el fabricante de tiendas circenses más antiguo de los Estados Unidos.

A su vez, le dio una impronta propia a través de detalles singulares en distintos rincones. El recinto de adivinación de Zeena y el escenario eléctrico de Molly, por ejemplo, fueron inspirados en atracciones de la vida real, pero también incorporan detalles sutiles de los personajes basados en sus pasados y personalidades. En total, el equipo creó cuatro versiones diferentes de la feria, además de una adicional más oscura y sucia para la escena final de la película.

Desde el punto de vista estético, fueron varias las fuentes de inspiración que nutrieron la mirada de del Toro y el equipo de producción. Por un lado, el director quiso que el equipo se enfocara en el trabajo de tres famosos pintores realistas estadounidenses -la iluminación definida y la fuerte soledad de Edward Hopper, los duros retratos de Andrew Wyeth, los dramáticos callejones urbanos de George Bellows-, así como en los interiores despojados y sombríos del pintor danés Vilhelm Hammershøi. A su vez, se usó como referencia la película El cartero llama dos veces, favorita de del Toro.

Sin duda, el resultado del extenso trabajo del equipo de «El callejón de las almas perdidas« son sets y decorados que brillan en pantalla y acompañan de manera extraordinaria las actuaciones profundas y conmovedoras del talentoso elenco. Las audiencias se transportarán de manera única a un mundo fascinante y poco conocido que cobra vida gracias a la magia del cine.

Fotos: Disney+

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