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Con una altura de 710 metros, el monumento fue inaugurado el 12 de octubre de 1931 y en 2007 fue declarado una de las siete maravillas del mundo moderno.

Nadie escapa a los achaques de la edad, ni siquiera el majestuoso Cristo Redentor de Rio de Janeiro, que pasa por una restauración para celebrar sus 90 años en plena forma. La arquitecta Cristina Ventura, responsable por las obras, sube varias escaleras por el interior de la estatua gigante y se asoma por un estrecho agujero ubicado en uno de los icónicos brazos abiertos de la efigie que domina la ciudad.

«La estructura externa, expuesta a la intemperie, sufre un proceso de desgaste por el sol, la lluvia, los rayos, las diferencias de temperatura», explica Ventura.

Ubicado a 710 metros de altura sobre el nivel del mar, en la cima del cerro del Corcovado, la estatua de concreto recibe casi dos millones de visitantes por año y en octubre celebra 90 años de vida.

La restauración para este aniversario incluye una radiografía minuciosa del estado de su revestimiento (hecho con miles de pequeñas piedras triangulares cortadas artesanalmente), de su armadura de hierro interna y de las filtraciones de humedad en su estructura.

Para ello, utilizan fotografías de precisión y un equipo de alpinistas que se aventura en busca de las averías y piezas que precisan sustitución.

El nacimiento del Cristo Redentor se remonta a 1921, cuando la Iglesia Católica organizó un concurso para construir un monumento religioso para el centenario de la Independencia de Brasil (1822).

El monumento fue inaugurado el 12 de octubre de 1931. En 1973 fue declarado monumento histórico y en 2007 una de las siete maravillas del mundo moderno. La pandemia le obligó a permanecer cerrado entre marzo y agosto de 2020, el mayor período que pasó sin recibir visitas.

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