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El objetivo es que cada una de las comunidades, ambas del pueblo indígena de los pastos, llegue a contar con 30 ejemplares para después ampliar este número.  

Las alpacas han regresado a las montañas que separan Colombia y Ecuador gracias a un proyecto binacional que busca repoblar estos territorios fronterizos con uno de los camélidos más emblemáticos los Andes. 

En el marco de esta iniciativa se celebró este viernes una convención binacional sobre crianza de alpacas entre las dos comunidades involucradas en el proyecto, que cuenta con la financiación de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), con un aporte de más de 55.000 dólares de capital semilla. 

La reunión se realizó en la comunidad de El Mirador de los Pastos, situada en el lado ecuatoriano y promotora de este proyecto que tiene como socio al resguardo indígena colombiano de Panam, cuyos miembros realizaron demostraciones de la crianza. 

«El proyecto nace por una propuesta elaborada por un grupo de jóvenes de la comunidad, en base a necesidades de las comunidades beneficiarias», indicó la veterinaria Katy Pinduisaca, quien ejerce de directora de esta iniciativa binacional. 

¿Cuál es el plan?

La experta explicó que en esta zona no existía producción alpaquera hasta que en enero trajeron los primeros ejemplares, procedentes de las provincias ecuatorianas de Chimborazo y Cotopaxi, ubicadas en el centro andino de Ecuador. 

El objetivo es que cada una de las comunidades, ambas del pueblo indígena de los pastos, llegue a contar con 30 ejemplares, un número que esperan alcanzar en breve, para que después estos camélidos puedan ampliar su presencia en la frontera hacia otras comunas. 

Actualmente en El Mirador de los Pastos son veinticuatro las alpacas que pastan por sus terrenos, mientras que actualmente hay otras 25 en Panam.+ 

También tienen en el horizonte la ambición de promover una iniciativa de turismo comunitario en torno a las alpacas, mientras que las mujeres del resguardo indígena de Colombia quieren utilizar la lana, muy cotizada en el extranjero, para dedicarse a los tejidos ancestrales como la confección de ponchos y artesanías. 

Con información de EFE

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